martes, 31 de marzo de 2020

LA CÓRDOBA ILUSTRE Y DESCONOCIDA: ADOLFO CASTIÑEYRA Y BOLOIX

            El Modernismo, o más comúnmente conocido con la denominación francesa de Art Nouveau, es una corriente de renovación artística desarrollada a finales del siglo XIX y principios del XX en la que la estética nueva que se intentó crear predominaba la inspiración en la naturaleza a la vez que se incorporaban novedades derivadas de la revolución industrial, como el acero y el cristal. Por ello, este estilo artístico, tendrá directa relación con la prosperidad industrial. Así, el Modernismo en España crece en las ciudades que viven con mayor intensidad dicha industrialización, como bien pensáis, estamos hablamos de Barcelona y el levante español. En Córdoba apenas deja rastro este estilo artístico, pero lo poco que deja tiene la firma de un interesante arquitecto. Hoy, en La Córdoba ilustre y desconocida, hablaremos de don Adolfo Castiñeyra y Boloix, nuestro principal representante del movimiento modernista en la arquitectura de Córdoba.

            Como nos sucedió con nuestro anterior personaje, vamos a pasear por la desconocida vida de un arquitecto de la que, ya os daréis cuenta, conocemos mucha de su obra. ¡Comencemos!

            Adolfo Castiñeyra nace, en Córdoba, el 3 de abril de 1856. Hijo del maestro de obras, Mariano Castiñeyra y Cámara, y de Purificación Boloix. Siendo bautizado el 6 de abril de 1856 en la preciosa Capilla del Sagrario de la Catedral de Córdoba.

            Cursó Arquitectura en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, obtieniendo su título el 30 de agosto de 1888, a los 32 años de edad. Estando en Madrid, se casa con la portorriqueña María del Carmen Alfonzo, con la que tuvo tres hijas y un hijo. Tras los estudios universitarios, estuvo trabajando como ayudante facultativo a las ordenes del arquitecto director de las obras de la Biblioteca y Museos Nacionales, Antonio Ruiz de Salces.

            El 1 de julio de 1891 es nombrado arquitecto de segunda del Ayuntamiento de Córdoba, lo que le hace volver a su ciudad natal. Como curiosidad, su primera obra documentada en Córdoba, data del 30 de octubre de 1891 y consiste en la reforma de la fachada de la casa número 106 de la calle Santa María de Gracia, en la actualidad desaparecida.

            Su labor y personalidad van siendo cada vez más apreciadas en Córdoba, llegando hasta el punto, que el 5 de septiembre de 1892 fue nombrado director de la Escuela de Artes y Oficios. Posteriormente, también obtendrá los puestos de Arquitecto de la Diputación de Córdoba, el 3 de enero de 1893, y  de Arquitecto del Obispado, en 1894. También, durante dos meses de 1893, sustituye a Pedro Alonso como Arquitecto Municipal. Y ya en 1900, es reconocido, como miembro de la Real Academia de Córdoba.

            Como os había dicho al principio del artículo, su vida pasa por el total desconocimiento para la mayoría de los cordobeses, pero ahora veremos que su obra sí que es más famosa. 

         Entre sus obras hay que destacar el edificio destinado a sede del Gobierno Civil y Diputación en la calle Alfonso XIII, realizado en 1907 y actual IES Maimónides, siendo una de las mejores muestras de Art Nouveau de Castiñeyra. Cabe destacar de esta obra, la abundancia de grandes girasoles y flores en su exorno y la grandiosidad del balcón de la fachada principal.


            Otra de sus obras más conocidas fue el palacete para el magistrado Teófilo Álvarez Cid en la esquina de la avenida Gran Capitán y la calle Reyes Católicos, realizada en 1907, y actual sede del Colegio de Arquitectos. Destaca el exorno vegetal donde grandes troncos de rosales de piedra trepan por sus fachadas, el contraste del blanco de éstos con el rosado/amarillento de los muros y el excelente trabajo de herrería que cierra su pequeño jardín. En el interior conserva todos los elementos diseñados por Castiñeyra en este florido estilo: vidrieras, murales, molduras…



            Además de los mencionados, realizó edificios para particulares de estilo modernista en Puerta Gallegos, desaparecido en la actualidad; en la calle Braulio Laportilla y en las calle Claudio Marcelo. Concretamente, en esta última vía edificó las casas número 4, 6, 8, 11 y 13, entre 1910 y 1912, y las esquinas a García Lovera número 5 y a María Cristina número 6, de 1912 y 1914, respectivamente.                   

            Atribuible a él, aunque sin seguridad total, es el palacete de Celestino Romero o la Casa Cardona, en Fuente Obejuna, el más notable edificio modernista de la provincia.



            Y como una curiosidad más, hasta el mismo Chimeneón, un resto industrial de la Antigua fábrica de aceites Carbonell, es también obra de este arquitecto, que lo realiza en colaboración con su hermano, el ingeniero industrial Alberto Castiñeyra Boloix.

            ¡Pero esto no es todo! Entre las obras religiosas que realizó nuestro personaje encontramos la construcción de la iglesia de Santa Bárbara de Peñarroya-Pueblonuevo en 1913; la terminación de la iglesia de la Inmaculada de Villa del Río, en 1894; la restauración de las iglesia de San Pablo de Córdoba, durante 1897 y 1903, junto a Mateo Inurria, de la que se respetó el arte gótico del templo, salvo en la capilla del Cristo de la Expiración a la que dieron un estilo neomudéjar; la restauración de la iglesia de San Mateo de Lucena, en 1898; la inacabada torre de la iglesia de San Sebastián de Torrecampo, en 1907; y la edificación de los cementerios de Añora, en 1908, y de Torrecampo, en 1904.


            Sin querer alargar mucho más mis palabras, con más ejemplos que poco aportarían ya a la explicación, podéis observar de que estamos ante uno de los arquitectos más influyentes de Córdoba en el transito del siglo XIX y XX. Otro de nuestro ilustres paisanos, que por unos u otros motivos, no alcanzó la fama y reconocimiento que mereció.  

Ángel Luis González Martínez

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