martes, 18 de diciembre de 2018

CUENTO DE NAVIDAD

Había una vez hace mucho, mucho tiempo (exactamente 2017 años), una ciudad llamada Jerusalén cuyos pueblos vecinos más cercanos siempre estaban discutiendo, jamás se ponían de acuerdo, y es que cada uno pensaba de si mismo que lo que hacia era lo mejor y mas importante, lo más difícil de hacer, hasta tal punto llegaba su enemistad que ninguno quería saber nada del otro (cada pueblo pensaba que no necesitaba al pueblo vecino).

Un día llegó a Jerusalén la noticia de que iba a nacer el hijo de un gran Rey, la verdad es que nadie sabía muy bien cuál era su reino ni hasta donde llegaba su poder e influencias.

Todos y cada uno de los habitantes de Jerusalén y los cinco pueblos vecinos comenzaron a hacer lo que ellos creían que hacían mejor.
Uno fabricó las más ricas y vistosas telas que jamás se habían visto, (el Rey vestiría con lujosos ropajes).
Otro se dedicó hacer las mejores y cómodas sandalias, (tan sólo dignas de ser calzadas por un Rey).
Otro pueblo se dedicó hacer las vasijas más bonitas y lustrosas que jamás se habían visto hasta entonces.
En el pueblo vecino más pequeño pero no por ello menos importante escogieron las flores más bonitas y raras para regalárselas al Rey.
Y por último del pueblo más lejano escogieron la mejor fruta jugosa y grande.

El día del nacimiento del hijo del Rey todos esperaban que viniese a nacer en un lujoso palacio, sin embargo pasó algo extraordinario. Una estrella enorme se posó encima de un establo, todos los pastores de Jerusalén y de los pueblos vecinos que estaban cerca fueron corriendo a ver que pasaba, cual fue la sorpresa de todos cuando al llegar vieron a un pequeño niño en un pesebre protegido por sus padres y al calor de una mula y un buey. Todos fueron ofreciéndole sus regalos. Las telas abrigaron al Niño en esa fría noche, las sandalias cubrieron sus pequeños pies, las flores dieron buen olor al establo, las vasijas sirvieron para que los del pueblo lejano dejasen su fruta fresca y jugosa.

Todos miraban al Niño inquietos por saber el regalo que más le había gustado, y el Niño con una gran sonrisa les hizo ver que el mejor regalo de todos era verlos allí juntos a esos cinco pueblos que durante tantos años habían estado enemistados, todos comprendieron que cada uno era bueno en lo que hacia y que juntos podían hacer mejores cosas que por separado, cada pueblo necesitaba de los demás pueblos para ser mas prósperos.

Desde entonces todos los años por las mismas fechas se reúnen para celebrar el nacimiento de este Rey que desde su pequeñez fue y será el más grande por los siglos de los siglos. Un Rey que vino a traer paz y amor entre los pueblos de toda la Tierra.

Ana Delgado Laguna

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