domingo, 1 de marzo de 2015

FAMILIA EVANGELIZADORA

En los tiempos en que vivimos, la crisis social y espiritual está llegando a ser un desafío pastoral que interpela  a la Iglesia en su misión evangelizadora de la familia como núcleo de la sociedad. Es por ello que el Santo Padre Francisco convocó en octubre de 2014 una Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de los Obispos para recoger los testimonios y las propuestas que permitan anunciar y vivir el Evangelio en las familias, que desembocará en la Asamblea General Ordinaria del 2015 donde se  elaborarán las líneas operativas para la pastoral personal y familiar.

Por lo tanto, el anuncio del Evangelio en la familia constituye una urgencia para la nueva evangelización. Evangelizar es responsabilidad de todo el pueblo de Dios, cada uno según su propio ministerio y carisma. “Sin el testimonio gozoso de los cónyuges y de las familias, Iglesias domésticas, el anuncio, aunque fuese correcto corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras que caracterizan nuestra sociedad” (Novo Millennio Ineunte, 50).

Para muchos de nosotros, nuestros padres fueron nuestros primeros “enseñadores” de Jesús. Ellos, desde pequeños, nos mostraron lo maravilloso de la GRACIA de Dios. Con ellos aprendimos esos tres pilares en los que se ha de fundamentar la vida de un cristiano: el ESTUDIO para conocerle y así amarle más, la PIEDAD en la celebración comunitaria de la Fe y la ACCIÓN en la construcción de su Reino.

El espacio vital de la familia es el lugar de encuentro con Dios, el ámbito adecuado para una vida alegre de servicio y entrega a los demás. Es en la familia donde se viven en primer lugar las cualidades de un cristiano: el desprendimiento de uno mismo, el vencer las divergencias internas y reaccionar siempre amando, asumiendo y acompañando el sufrimiento de los otros, buscando juntos la voluntad de Dios, para fomentar entre todos un entorno de paz.

Esta es nuestra mejor herencia y lo más preciado que podemos dejar a nuestros hijos. Pero, esta Fe heredada, recibida como semilla ha de ser cultivada para que crezca y madure, para que no se quede en meros ritos y devociones. Cada uno, según su propia inquietud, ha de buscar hasta tener un encuentro personal con Cristo.

Los padres, desde el respeto y la libertad de cada uno, y con el propio ejemplo, debemos facilitar esas vías de encuentro con el Resucitado; de forma que ya no sea algo simplemente heredado si no que sea una opción personal de tener a Dios Padre como fuente, a Cristo como modelo y fiados en que la fuerza del Espíritu nos permite caminar hacia Él.

En nuestra Hermandad (Familia de familias) hemos de vivir inquietos por que esta devoción heredada vaya acompañada de una base sólida por la que, como dice san Pablo en la carta a los Corintios “ nada ni nadie pueda apartarnos del Amor de Dios” .

            Paco Linares y Setefilla Martínez



Publicado en CUARESMA 2015.
BOLETÍN DE HERMANDAD DEL
SANTÍSIMO CRISTO DE GRACIA

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