sábado, 5 de julio de 2014

STANLEY EN CORDOBA

"Dr. Livingstone, I presume?"  (¿El doctor Livingstone,
 supongo?)    Ilustración de 1876 del encuentro
 entre Stanley y Livingstone.
“El Doctor Livingstone, supongo...” Resulta tópico pero ineludible comenzar un artículo relacionado con Stanley con esta frase. Como es bien sabido, cuando el periodista Henry Stanley logró encontrarse con el famoso explorador Livingstone en Ujiji, en el corazón de Africa a orillas del lago Tanganika, rodeado de una multitud de nativos, y después de años sin noticias sobre su paradero, no tuvo muchos problemas para reconocer al único mzungu (hombre blanco) del lugar.
Es el episodio más conocido de una epopeya, la exploración y conquista del interior de Africa por el hombre blanco, protagonizada por un abanico de nobles británicos, Livingstone, Burton, Speek, Baker... entre los que se coló por propios méritos Stanley, un plebeyo galés nacionalizado norteamericano, que comenzó como periodista y que acabó superándolos a todos al cruzar Africa hasta el Atlántico explorando el Río Congo, descubrir las legendarias Montañas de la Luna y dirigir la colonización del llamado Congo Belga.
Venían a ser en el siglo XIX lo que siglos antes habían sido nombres de resonancias hispanas como Hernán Cortés, Pizarro, Almagro, Elcano y un largo etcétera. Pero el declive del Imperio español y la ambición de los habitantes de Albión hicieron que nuestros bisabuelos se tuviesen que contentar con leer en los periódicos las aventuras de aquellos héroes, salvo muy honrosas excepciones como la del vitoriano Manuel Iradier.
Precisamente a cubrir la información de uno de los últimos episodios del declive español vino Stanley en 1869 a Madrid. El protagonista de nuestro artículo, Henry Morton Stanley, justo antes de ser enviado a Africa en busca del mítico Livingstone, trabajaba en Madrid para el periódico The New York Herald, informando sobre los acontecimientos posteriores al derrocamiento de Isabel II.
El paciente lector que haya llegado a este punto se preguntará qué tiene todo esto que ver con la línea de contenidos de esta publicación. Pues dejándonos de preámbulos diremos que Stanley, en el curso de sus trabajos periodísticos en España visitó Córdoba. En eso no se distingue de otros viajeros románticos también ilustres que describieron su perspectiva de un país que durante mucho tiempo se iba a seguir considerando exótico más allá de los Pirineos. El interés que tiene lo que escribió nuestro personaje sobre Córdoba y lo que le distingue reside en que no se trata de unas narraciones literarias contaminadas por los adornos propios de tal naturaleza, sino de artículos de periódico que describen unos acontecimientos ocurridos en nuestra ciudad desde el punto de vista de un foráneo que la visita.
Efectivamente, el 10 de Junio de 1869 se convocó en Córdoba un mitin de masas republicano, el llamado Pacto Federal, que reuniendo a cargos electos y personalidades republicanas pretendía completar la Confederación de Pueblos de España.
Ese mismo día llegó Stanley a Córdoba, alojándose en la habitación 46 de la fonda Suiza junto con el resto de los enviados de prensa internacional. Cuando llegó al escenario del acto, la Plaza de la Corredera, se vio sorprendido por la asistencia de un numerosísimo público, calculó un total de 60.000 personas, elegantemente vestidas, y una plaza engalanada, al igual que el resto de la ciudad, por millares de banderines y estandartes tricolores que colgaban de los balcones. Había franjas blancas con los nombres de celebridades que habían laborado por la causa de la libertad, entre ellas sus compatriotas Washington, Franklin, Jefferson, Adams y Lincoln. Además, presidiendo la tribuna de oradores, había una bandera española tricolor junto con otra de los Estados Unidos de América, y enseñas de los mismos colores con la leyenda “Viva la República Federal Española. Viva la República de los Estados Unidos”.
Henry Morton Stanley 
El primero en hablar fue el alcalde, D. Ángel Torres, que ensalzó las virtudes del republicanismo y criticó la corrupción del gobierno monárquico; a continuación propuso la instauración en España de una república federal al modo de los Estados Unidos de América. Otro representante, Garrido, insistió en la idea de instaurar una república federal compuesta por diecisiete estados, cuyos representantes compondrían un gobierno nacional. La multitud recibía a los oradores con entusiasmo, especialmente cada vez que se oía la aclamación “Viva el pueblo libre de Andalucía”. En sus descripciones, Stanley se deja claramente llevar por el ambiente de euforia y por el hecho de que para los oradores que expusieron sus ideas, el modelo político a seguir fuese el de su país de adopción y del periódico para el que escribía: “Nunca como ayer las bellas cordobesas parecieron tan risueñas, ni tan semejantes a hermosas amazonas; y los gallardos, ágiles atletas de Sierra Morena y de la serranía de Granada, tenían aspecto de embrionarios héroes”.
El acto terminó con la interpretación de La Marsellesa y del Himno de Riego, y con la firma por los dirigentes políticos de su adhesión al Pacto Federal.
Al día siguiente, Stanley realizó las visitas de rigor a los monumentos y edificios más emblemáticos de nuestra ciudad y por la noche la prensa local ofreció una cena a los corresponsales extranjeros, en la cual Stanley, debido a su nacionalidad norteamericana, fue objeto de especial atención lo que le llevó a realizar una incendiaria e idealista proclama política. El acto fue recogido en una nota de sociedad del diario La Andalucía cuyo recorte fue conservado por Stanley, que decía literalmente: “Anoche, a las once, los periodistas españoles residentes en Córdoba, obsequiaron a los extranjeros con una serenata, a cuyo efecto, Angel  Torres, el ilustrado y simpático alcalde, puso la banda municipal a disposición de los primeros. El público se asoció a este obsequio y tanto la calle en que está la fonda Suiza, morada de los mencionados periodistas, como el espacioso patio del establecimiento, se vieron concurridos por una numerosa muchedumbre. Tocáronse aires nacionales, recibiendo los corresponsales extranjeros repetidas pruebas de deferencia y simpatía”.
Para más información sobre las vivencias de Stanley en España y en concreto en Córdoba, inmediatamente anteriores a su periplo africano, recomiendo la lectura del libro “Stanley, de Madrid a las fuentes del Nilo”, de Ramón Jiménez Fraile. Creo que merece la pena saber que durante unos días Córdoba fue centro de atención en todo el mundo por los acontecimientos que aquí se desarrollaron, y que testigo privilegiado y cualificado de lo ocurrido fue un personaje que más tarde iba a adquirir una enorme relevancia histórica nivel mundial.

Pero con independencia de lo anterior, que no pasa de lo anecdótico, es necesario detenerse en el contenido de los discursos y debates políticos de aquel momento, idealistas, rayanos en lo ridículo y totalmente alejados de las necesidades del pueblo. No es el momento y el lugar de reproducirlos, pero causa perplejidad que las inquietudes de aquella clase dirigente estuvieran tan absortas en los derechos colectivos de tal o cual región o preocupados por el modo en que se iba a configurar el gobierno de la Nación. Y que por el contrario no se hiciese apenas alusión a lo que desde nuestra perspectiva, ciento treinta años después, constituían los verdaderos motivos del atraso económico y social de España. Y sobre todo, comprobar que por desgracia, como el lector podrá deducir con un mínimo de perspicacia, “este País” sigue en nuestros días enfrascado en los mismos argumentos vacuos y estériles mientras la gasolina sigue subiendo.

Manuel Del Rey

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