martes, 19 de mayo de 2015

DOMINGO BADÍA: EXPLORADOR, ESPÍA, ALCALDE

“Bueno, pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?”
(De la película La vida de Brian)

Si a mis ilustrados y curiosos lectores les propongo hablarles de un tal Domingo Badía probablemente no sabrán a quién me refiero, qué méritos hizo tal personaje para ser nombrado en este artículo. Pero si os digo que fue y es más conocido por su otro nombre, Ali Bey, quizás os suene algo más.

Efectivamente, Domingo Badía, bajo el nombre de Ali Bey, es conocido por ser uno de los primeros occidentales que exploró y conoció de cerca el mundo islámico, tanto del norte de África como de lo que en esa época, primeros del siglo XIX, era el Imperio Otomano. Su famoso viaje como embajador, o quizás espía, a cargo de Godoy, le llevó entre 1803 y 1808 a lugares como Jerusalén y La Meca, haciéndose pasar para ello por un príncipe musulmán criado en Europa, valiéndose de su conocimiento del árabe. Más tarde escribiría un libro sobre sus viajes que fue traducido al inglés, francés y alemán, que causó envidia entre las sociedades geográficas de los países vecinos. Su muerte, acaecida en Damasco, no es menos novelesca, al parecer envenenado por los servicios secretos británicos cuando él llevaba a cabo una misión secreta para el gobierno francés. 

Menos se conoce su vinculación con nuestra ciudad, Córdoba. Domingo Badía, nacido en Barcelona, recorrió con su familia gran parte de la geografía española debido a la profesión de su padre, Comisario de Guerra, y más tarde la suya, administrador de la Real Renta de Tabacos. Uno de los lugares donde recaló en torno a 1795, fue en Córdoba. En nuestra ciudad profundizó en su interés por el mundo árabe, al mismo tiempo que desarrolló otras aficiones, como la astronomía, estudio para el cual utilizaba como observatorio la Torre de la Malmuerta, y también la aerostática, si bien con poco éxito. No obstante, los habitantes del Campo de la Merced tardarían mucho tiempo en olvidar a aquel funcionario forastero que construyó un globo en dicho lugar y tuvo que desistir de alzar el vuelo en él, unas veces por el viento, otras por problemas técnicos, y la cuarta y última por obra y gracia de su propio padre, que le impidió tal locura denunciándolo a las autoridades.

Pero no fue esta la última estancia de Domingo Badía en nuestra ciudad. Como hemos expuesto más arriba, en 1803 partió para su famoso viaje por el mundo islámico, como embajador del gobierno de Godoy, aunque con identidad falsa. A su vuelta se encontró con un país en plena Guerra de Independencia, ocupado por las tropas napoleónicas. Por consejo de Carlos IV, ofreció sus servicios a José I Bonaparte, quien lo nombró alcalde de Córdoba, cometido que desempeñó durante los años 1810 y 1811. Poco tiempo sí, pero de una ingente labor, que aún debemos agradecerle, ya que algunas de sus actuaciones aún perduran. Me refiero en concreto a los Jardines de Agricultura, más conocidos como Jardines de los Patos, y al Cementerio de la Salud. Por si el curioso lector no había caído en la cuenta, los cementerios tal y como los conocemos hoy son una creación reciente, ya que antes de la invasión napoleónica los muertos eran enterrados en las iglesias, lo cual daba lugar a innumerables problemas sanitarios.


Otra obra conocida de su época es el conocido como Plano de los Franceses, que es la primera descripción cartográfica de nuestra ciudad.


También introdujo cultivos que aún perduran en nuestro entorno, como el algodón, la remolacha o la patata.

No sólo eso. Domingo Badía, hombre viajado e ilustrado, tuvo la extraña ocurrencia de organizar en Córdoba unos servicios municipales impropios de una ciudad de su nivel: alumbrado y recogida de basuras. Sí, amigo, hasta entonces a nadie se le había ocurrido. Tuvo que venir un afrancesado, para más inri catalán, a mostrarnos que desde la autoridad y la administración se podía hacer algo más que mantener el orden público y recaudar impuestos.

Ahora, querido amigo prueba a buscar en Google Maps la calle Domingo Badía. No se encuentran resultados. Prueba a buscar la calle Ali Bey. En Barcelona, donde nació.

Domingo Badía sirvió a un gobierno que estaba sostenido por un ejército invasor, que como tal ejército invasor se comportó. Pero más 200 años después sería cuestión de fijarnos en lo positivo y  recordar los servicios que prestó a nuestra ciudad este aventurero, ilustrado y polifacético, a quien desde luego debemos más que a otros personajes que prestan su nombre a algunas de nuestras principales plazas, calles y avenidas.

     Manuel Del Rey Alamillo

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