“Bueno,
pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden
público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los
romanos por nosotros?”
(De
la película La vida de Brian)
Si
a mis ilustrados y curiosos lectores les propongo hablarles de un tal Domingo
Badía probablemente no sabrán a quién me refiero, qué méritos hizo tal
personaje para ser nombrado en este artículo. Pero si os digo que fue y es más
conocido por su otro nombre, Ali Bey, quizás os suene algo más.
Efectivamente,
Domingo Badía, bajo el nombre de Ali Bey, es conocido por ser uno de los
primeros occidentales que exploró y conoció de cerca el mundo islámico, tanto
del norte de África como de lo que en esa época, primeros del siglo XIX, era el
Imperio Otomano. Su famoso viaje como embajador, o quizás espía, a cargo de
Godoy, le llevó entre 1803 y 1808
a lugares como Jerusalén y La Meca , haciéndose pasar para
ello por un príncipe musulmán criado en Europa, valiéndose de su conocimiento
del árabe. Más tarde escribiría un libro sobre sus viajes que fue traducido al
inglés, francés y alemán, que causó envidia entre las sociedades geográficas de
los países vecinos. Su muerte, acaecida en Damasco, no es menos novelesca, al
parecer envenenado por los servicios secretos británicos cuando él llevaba a
cabo una misión secreta para el gobierno francés.
Menos
se conoce su vinculación con nuestra ciudad, Córdoba. Domingo Badía, nacido en
Barcelona, recorrió con su familia gran parte de la geografía española debido a
la profesión de su padre, Comisario de Guerra, y más tarde la suya,
administrador de la Real
Renta de Tabacos. Uno de los lugares donde recaló en torno a
1795, fue en Córdoba. En nuestra ciudad profundizó en su interés por el mundo
árabe, al mismo tiempo que desarrolló otras aficiones, como la astronomía,
estudio para el cual utilizaba como observatorio la Torre de la Malmuerta , y también la
aerostática, si bien con poco éxito. No obstante, los habitantes del Campo de la Merced tardarían mucho
tiempo en olvidar a aquel funcionario forastero que construyó un globo en dicho
lugar y tuvo que desistir de alzar el vuelo en él, unas veces por el viento,
otras por problemas técnicos, y la cuarta y última por obra y gracia de su
propio padre, que le impidió tal locura denunciándolo a las autoridades.
Pero
no fue esta la última estancia de Domingo Badía en nuestra ciudad. Como hemos
expuesto más arriba, en 1803 partió para su famoso viaje por el mundo islámico,
como embajador del gobierno de Godoy, aunque con identidad falsa. A su vuelta
se encontró con un país en plena Guerra de Independencia, ocupado por las
tropas napoleónicas. Por consejo de Carlos IV, ofreció sus servicios a José I
Bonaparte, quien lo nombró alcalde de Córdoba, cometido que desempeñó durante
los años 1810 y 1811. Poco tiempo sí, pero de una ingente labor, que aún
debemos agradecerle, ya que algunas de sus actuaciones aún perduran. Me refiero
en concreto a los Jardines de Agricultura, más conocidos como Jardines de los
Patos, y al Cementerio de la
Salud. Por si el curioso lector no había caído en la cuenta,
los cementerios tal y como los conocemos hoy son una creación reciente, ya que
antes de la invasión napoleónica los muertos eran enterrados en las iglesias,
lo cual daba lugar a innumerables problemas sanitarios.
Otra
obra conocida de su época es el conocido como Plano de los Franceses, que es la
primera descripción cartográfica de nuestra ciudad.
También
introdujo cultivos que aún perduran en nuestro entorno, como el algodón, la
remolacha o la patata.
No
sólo eso. Domingo Badía, hombre viajado e ilustrado, tuvo la extraña ocurrencia
de organizar en Córdoba unos servicios municipales impropios de una ciudad de
su nivel: alumbrado y recogida de basuras. Sí, amigo, hasta entonces a nadie se
le había ocurrido. Tuvo que venir un afrancesado, para más inri catalán, a
mostrarnos que desde la autoridad y la administración se podía hacer algo más
que mantener el orden público y recaudar impuestos.
Ahora,
querido amigo prueba a buscar en Google Maps la calle Domingo Badía. No se
encuentran resultados. Prueba a buscar la calle Ali Bey. En Barcelona, donde
nació.
Domingo
Badía sirvió a un gobierno que estaba sostenido por un ejército invasor, que
como tal ejército invasor se comportó. Pero más 200 años después sería cuestión
de fijarnos en lo positivo y recordar
los servicios que prestó a nuestra ciudad este aventurero, ilustrado y
polifacético, a quien desde luego debemos más que a otros personajes que prestan
su nombre a algunas de nuestras principales plazas, calles y avenidas.
Manuel Del Rey Alamillo
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