3:1 Hay un momento para todo y un
tiempo para cada cosa
bajo el sol:
3:2 un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
3:3 un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
3:4 un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
3:5 un tiempo para arrojar piedras
y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse
y un tiempo para separarse;
3:6 un tiempo para buscar
y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
3:7 un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
3:8 un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra
y un tiempo de paz.
bajo el sol:
3:2 un tiempo para nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
3:3 un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
3:4 un tiempo para llorar y un tiempo para reír,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
3:5 un tiempo para arrojar piedras
y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse
y un tiempo para separarse;
3:6 un tiempo para buscar
y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
3:7 un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
3:8 un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra
y un tiempo de paz.
(Libro del Eclesiastés)
Ocho mil años de civilización, desde que en el
Neolítico los hombres se convirtieron en agricultores, se organizaron en
ciudades, se especializaron en menesteres y surgieron las clases sociales, el
dominio de unos sobre otros.
También hemos aprendido a compenetrarnos con la Naturaleza , hasta tal
punto que sincronizamos con ella nuestras emociones humanas. Desde tiempo
inmemorial, se ha celebrado en el solsticio de invierno el nacimiento de la
luz; en primavera el resurgimiento de la vida tras el crudo invierno; en verano
la fiesta y la acción de gracias por las bendiciones de la cosecha… y en otoño,
el fin de la vida. El recuerdo de los que ya no están. Un dolor íntimo y
sereno. Es necesario vivirlo para estar dispuesto a las siguientes emociones y celebraciones.
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Por la noche, el Tenorio. Algo que ya es una
tradición, y que como todas las tradiciones, en sus inicios fue criticada por
los más conservadores. Me vuelve a situar a caballo entre una y otra vida. Sus
versos piden silencio:
¡Cuál gritan esos malditos!
Pero, ¡mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos
Pero, ¡mal rayo me parta
si en concluyendo la carta
no pagan caros sus gritos
Y así se acaba el día y este artículo. Quizás has echado de menos
algún chiste o broma de los habituales en este cronista de curiosidades. Pero
eso, querido lector, hoy no toca. Buenas noches.
Manuel Del Rey Alamillo
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