jueves, 20 de noviembre de 2014

MURALLAS Y PUERTAS DE CÓRDOBA II

ÉPOCA BAJOMEDIEVAL, MURALLAS

La ciudad de Córdoba, conquistada por Fernando III en 1236, en nada se asemejaba a aquella gran urbe del siglo X, considerada por sus visitantes como única en todo el mundo. Efectivamente la Córdoba califal dejó de existir tras la desaparición del califato Omeya. Su propia extensión urbana se vio muy reducida como consecuencia de la destrucción a que se vio sometida la ciudad durante el período de la fitna o guerra civil. Después de ella solamente quedó la zona amurallada denominada la al-Madina y un pequeño sector al oriente de la misma que se había librado de la destrucción y que en la primera mitad del siglo XII (1123) bajo la égida del sultán almorávide Ali b-Yusuf, será también amurallado recibiendo el nombre de al-sharqiyya por su situación con respecto a aquélla.

La ciudad cordobesa al ser reconquistada se encontraba perfectamente divida en dos zonas: la al-Madina al-Ática y la al-Medina al-Sharqiyya o ciudad oriental que encerraba un arrabal grande, mayor que la Madina, encontrándose separadas por el lienzo o sector oriental de la muralla perteneciente a la primera zona. En él existen dos puertas de la muralla y otros tantos postigos, abiertos estos últimos después del amurallamiento de la al-Sharqiyya, que comunicaban las dos zonas urbanas perteneciente a la primera zona. Tanto una como otra tenían igualmente diversas puertas en los distintos sectores o lienzo de la muralla para salir de la urbe, siendo las puertas de la al-Madina (una en el lienzo septentrional, otra en el meridional, dos en el oriental y tres en el occidental) las de nombre más conocido, mientras que de las ocho puertas existentes en los diversos sectores de la muralla de la al-sharqiyya, solamente dos de ellas- las situadas en el lienzo oriental- poseen nombre árabe conocido.

En el momento de la conquista, tanto la al-Madina como la Al-Sharqiyya – llamadas en la Baja Edad Media la Villa y la Ajerquía respectivamente- se encontraban perfectamente amuralladas, el sistema defensivo de la primera sería mucho más perfecto y mejor acabado que el de la segunda, como lo demuestra dos hechos: la facilidad con que los cristianos se hicieron dueños de la Ajerquía y la dificultad que tuvieron para apoderarse de la Medina, donde los musulmanes, tras ser invadida aquélla, se refugiaron rápidamente entre sus muros, desde donde le hicieron frente durante seis meses a los cristianos.

Las murallas en su conjunto, aunque eran en su mayoría de procedencia árabe, fueron ampliadas y reconstruidas en parte durante la época bajomedieval, ya que se irían degradando a medida que transcurrían los años, como lo prueba la cantidad de documentos que hacen referencia a las diversas obras realizadas en ellas para repararlas. Al final, por tanto de estos siglos, nos encontramos con una muralla mixta arábigo-cristiana.

A lo largo de los siglos de la Baja Edad Media, existe una honda preocupación en los diversos estamentos por la conservación de las murallas, teniendo en cuenta su carácter defensivo para la ciudad. De esta forma, algunos reyes interesados por este tema, conceden dinero para ello; es el caso, entre otros, de Alfonso X que deja una cantidad de maravedíes cada año al concejo de Córdoba para labrar los muros de la ciudad, impuestos sobre la aljama de los judíos; de  Sancho IV que dio para siempre el montazgo de Córdoba y su término para las obras de los muros de la ciudad o de Juan I que concede a Córdoba la renta de la roda y asadura de los ganados lanares de sus términos, para destinarlas a la reparación de sus muros y castillos.

Pero, no sólo son los monarcas quienes se preocupan de estos asuntos, ya que el estamento eclesiástico aporta igualmente su grano de arena a esta empresa. Así, por ejemplo  el Obispo de Pamplona concede en la segunda mitad del siglo XIII cuarenta días de indulgencias a los que con su trabajo o con sus limosnas cooperasen a la reconstrucción de las murallas de Córdoba, con motivo de la sublevación de los mudéjares, y, ya en el siglo XIV, el cabildo de la catedral ordena al mayordomo del comunal que entregue diversas cantidades de maravedíes al obrero de los adarves, para cumplir con la obligación que tenía en favor de los >>los muros de los adavaraes<<.

Las obras de conservación efectuada por los cristianos se confunden con las de los musulmanes al ser los moriscos quienes las realizaron. Exceptuando los lienzo de muralla de la época califal, que eran de sillería a soga y tizón, el resto según Ortí Belmonte, son de tapial, mezcla de cal, arena y agua, siendo las reconstrucciones cristianas de piedra y tapial.

La muralla era almenada, con camino de ronda y adarve interior rodeándola, siendo el acceso al muro por escaleras al aire. Su altura oscilaba desde cuatro a quince y aún más metros, estando defendida por un gran número de torres - treinta, según el autor ya mencionado - siendo las cristianas preferentemente cuadradas.

El perímetro de las murallas que rodeaban todo el caso urbano cordobés, fue medido en el siglo XVI por el regidor Andrés Morales y Padilla, siendo su longitud de más de siete mil metros. En este amplío recinto amurallado estaba prohibido, según las ordenanzas de los alarifes, construir casas fuera de las murallas y en los adarves para que éstos no perdieran su valor militar, pero de hecho, esta normativa no se cumplió en algunas zonas de la ciudad.




Plano de Córdoba 1851 plano reducido y reformado del realizado en el año 1811 por el ingeniero de minas Barón de Karvinsky y Joaquín Rillo.

Básicamente la muralla de Córdoba sus puertas y postigos fueron desde la baja edad media hasta el siglo XIX, casi los mismos que figuran en el Plano de los Franceses, del 1811 y en el reformado de 1851. En próximas entregas y basándonos en los citados planos, describiremos las por donde discurren las  murallas de la Villa y de la Axerquía y sus puerta.

                José Luis Arjona Lara


Fuentes:         
La ciudad Hispánica siglos XIII al XVI, Capítulo: El recinto amurallado de la Córdoba bajomedieval por José Manuel Escobar Camacho.
Editorial Universidad Complutense. Madrid, 1987 

Glosario:
Aljama           La aljama era, pues, la junta de judíos o de moros en España durante la Edad Media. También podía ser referida como morería, judería o incluso como la misma sinagoga judía.
Montazgo       Es un derecho o tributo impuesto sobre los ganados y adeudado por el tránsito que hacen por cualquier territorio en favor del Rey y recompensa del seguro amparo y protección que en sí recibe de él.
Roda              Impuesto que se cobraba por transitar por caminos o puertos vigilados.
Asadura          Arbitrio local sobre propiedad de semovientes
Mudéjares     Significa "doméstico" o "domesticado" y que se utiliza para designar a los musulmanes que permanecieron viviendo en territorio conquistado por los cristianos, y bajo su control político, durante el proceso de avance de los reinos cristianos hacia el sur (denominado Reconquista), que se desarrolló a lo largo de la Edad Media en la Península Ibérica.
Moriscos         Fueron los musulmanes del Al-Andalus bautizados tras la pragmática de los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502.
Alarife             Puede referirse a un arquitecto o un maestro de obras.

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