Terminado el máster, volvía Fede de Lisboa. Este evento nos ha hecho a Emilio y a mí, revivir nuestra primera JMJ en Roma en el 2000. Fue justo antes de casarnos, un antes y un después en nuestras vidas y en nuestra vocación al amor. Ver a nuestro hijo con dieciocho años, viviendo esta experiencia, nos hizo viajar en el tiempo y recordar que saberse amado exige una respuesta. Peregrinar junto a miles de jóvenes, acogido en una familia, hasta encontrarse con el Santo Padre, vivir inclemencias en el camino, hambre, sed, incomodidades, pero con alegría en el corazón y ver que uno, no está solo en el camino, encontrarse con Jesús al encontrarse con el otro y sus debilidades, experimentar la gracia de los sacramentos, la misericordia… Todo ello, fortalece la fe en Dios y en una iglesia en la que cabemos todos, todos…
El descanso físico y mental, salir de las
rutinas y hacer cosas que durante el curso no podemos, es necesario; disfrutar,
reír, hablar, compartir….Pero personalmente, lo que a mí me hace fuerte en el
verano, es la pausa de poder mirar todo con perspectiva, ver lo que estoy
construyendo, lo bueno y lo menos bueno. Qué difícil es salir del ritmo vertiginoso
del día a día y sentarte a la orilla para
observar bien el cuadro que estoy pintando. Y es que si necesitamos vivir una vida en plenitud,
¡nos la jugamos en cómo decidimos vivirla! El verano me ayuda a ello. Es mi
gran parada.
He tenido muy presente las virtudes
trabajadas este curso y he aprendido viendo a muchas personas virtuosas cómo
iluminan y ayudan a interpretar la verdad del bien, para poder trabajarlas más y educar a nuestros hijos en
ellas… He puesto en práctica el perdón cada día con los míos… manifestando la
necesidad de la misericordia de Dios en lo pequeño y en lo grande, para así,
seguir caminando.
Nada lejos de lo que cada uno, ha tenido
que trabajar en sus hogares, con sus familias y amigos, esfuerzos necesarios
para seguir educando el corazón y con la certeza de que si Dios gana amando,
nuestras batallas debemos ganarlas amando. Espero que vosotros, amigos, hayáis podido hacer esa gran parada que
construye, para arrancar el curso con la mirada en el cielo y con vistas a compartir
grandes momentos juntos.
Blanca
Ortiz Lora
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