Me dijeron que escribiera en el blog sobre algo, alguna reflexión o experiencia personal. En estos días de descanso, he pensado mucho en personas que han pasado por mi vida regalándome su generosidad; todos hemos tenido a lo largo de nuestra vida, la suerte sin duda de haberlas conocido. Podemos pensar en un instante en sus caras, en sus gestos, sus detalles y su entrega; podemos afirmar que eran o son personas realmente felices.

Ser generosos, nos hace fuertes, desprendidos, libres, esclavos sólo del otro, del amor al otro… La generosidad, implica un cambio en nuestro interior, pero un cambio radical que nos libera de lo material; solemos admirar al generoso, incluso lo justificamos que lo es por su posición social, o por su trabajo, por su personalidad…pensando de alguna manera que otros pueden ser más generosos que nosotros mismos.
Pero ser generosos, implica serlo en el vivir, en el sentir, en lo material, en lo espiritual y en el pensar. Ser generoso en el pensar, nos hace libres, humildes, valientes, empáticos, nos acerca al perdido, al camuflado, al que verdaderamente nos necesita alejándonos de prejuicios.
Podemos ser generosos con nuestro tiempo, con sonrisas, con caricias, con la amabilidad, regalándonos a los demás….Podemos ser felices! Y nos empeñamos en buscar la felicidad fuera de nosotros, en programar nuestra vida, nuestros viajes, nuestro futuro….Tememos el sacrificio, el dolor que supone el privarnos de algunas cosas, la inseguridad de lo cotidiano, tememos fracasar como padres, como hijos….
El Señor siempre nos invita a subir un peldaño más de la escalera, sin temor a la caída. No seamos mediocres y derrochemos GENEROSIDAD, EDUQUEMOS A NUESTROS HIJOS EN ELLA, si queremos generaciones futuras felices, fuertes, maduras y valientes intentemos al menos regalarles la oportunidad de que experimenten felicidad en familias generosas!
Blanca Ortiz Lora
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