Rompió el mar,
bravío, con estruendo
y reposó las olas
en la playa.
Apaciguó la arena
el oleaje,
aproximando el
ánimo a la calma.
El mar y el sol,
que observo al horizonte,
hicieron que
quedara sin palabras.
La fina brisa
refrescó mi aliento,
y mi espíritu,
plácido, descansa.
Apaciguó la arena
el oleaje,
y aligeró mi
corazón de cargas.
Rompió, con fuerza,
el mar bravío con estruendo,
y se templó una ola,
que descansó en mi alma.
Javier
Ortiz
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