Cuando vi el cartel de este año de la Infancia misionera, me
dije: “¡Cómo me gusta una mochila a la espalda!!! Si pensamos en las mochilas
que hemos cargado en nuestras vidas, recordaremos colegio, tareas y esfuerzo;
aunque a mí…., realmente me transportan
a bocatas, agua, refrescos y excursiones, peregrinaciones, viajes,
rutas, cansancio y sudor, caminos, encuentros, corros, charlas y sobre todo
¡VIDAS COMPARTIDAS!
Mochila y escalera!!! ¿A dónde nos lleva el Señor? Sus
caminos no son fáciles, a veces confusos, pero en su mayoría y de su mano,
alegres y llenas de esperanza. A eso nos lleva la infancia misionera, a llevar
a nuestros niños/as a Jesús, a que seamos escuela de Jesús, como Él; seguidlo
es coger lo imprescindible y mirar hacia lo sencillo: ¡Los niños! Ellos ven el
mundo con mirada limpia y concreta, nos enseñan a ver a Dios sin añadiduras,
sin puntos suspensivos, sin por qué…su corazón, aún en bruto, espera ser
llenado de bonitas experiencias, cariño, palabras de aliento, sueños, juegos….y
ser educado en los valores de nuestro maestro.
En los niños y con ellos, el Señor centra toda nuestra
misión. Acabamos de celebrar la
Navidad , experimentando a Dios niño, es el Señor el que
invita a seguir su rastro y los niños, son el punto de partida y de llegada al
Reino.
¡Qué fácil nos lo pone Jesús! Acompañemos a nuestros niños,
a los que tenemos cerca a compartir el viaje juntos, a que sientan a los que
están algo más lejos y pasando muchas necesidades. SEAMOS LA ESCUELA DE JESÚS,
esenseñándoles a amarlo, a seguirlo y a
sentirlo, cojamos las mochilas y sigamos sus huellas, sintiendo al frágil, al
débil, a los niños que sufren como los más importantes, saliendo de nosotros
mismos, de nuestras comodidades, contagiando generosidad y educando al estilo
de vida de Jesús!
Blanca
Ortiz Lora
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