jueves, 30 de junio de 2016

LOS DUROS SEVILLANOS

Los duros sevillanos son falsificaciones de época

La expresión “Más falso que un duro sevillano” se sigue aplicando en nuestra sociedad para indicar la falta de legalidad en diversas situaciones.
Veamos de donde proviene:
A finales del siglo XIX se produjo en la ciudad de Sevilla una falsificación de tal magnitud que inundó el país de monedas de 5 pesetas falsas. Son los llamados duros sevillanos.
Fue una falsificación totalmente novedosa pues la industria se había desarrollado lo suficiente como para que su presencia pasase como monedas auténticas, pues era muy difícil distinguirlas de ellas. Pero lo más significativo es que eran de plata y con una ley idéntica a las verdaderas.
Hasta este momento la falsificación había consistido fundamentalmente en el empleo de un metal inferior que posteriormente se recubría con un baño de plata. Pero este no era el caso pues como digo era plata “auténtica”. Se sabe que fueron fabricados por la fundición Covián, próxima a La Barqueta, pero hay que decir que también salieron de Gerona e incluso de países americanos. Pero los sevillanos se quedaron con el apellido.
Es muy curioso el procedimiento utilizado para entrar y sacar los duros de Sevilla. Se realizaba el trasiego en los varales de las camas de hierro que tenían un diámetro similar. Entraban en el material importado de Francia (varales y monedas a falta de acuñación) y salían en las camas terminadas.

¿En qué se distinguía entonces un duro sevillano?
Pues pasado un poco de tiempo aparecía en ellos una tonalidad amarillenta o se manifestaban oxidaciones. Ambas anomalías se aprecian en las fotos expuestas.
¿Qué ocurría?
Aunque la ley de plata era correcta y la talla de sus partes había sido muy bien realizada, la maquinaria era de tipo artesanal pues no olvidemos que los talleres eran clandestinos y debían pasar desapercibidos. Era necesario calentar el cóspel para proceder a su acuñación, y el efecto de ese calentamiento se traducía posteriormente en esas imperfecciones referidas.
Pero cabe una pregunta más: ¿Cómo es posible que se realizase una falsificación utilizando el metal correcto? La respuesta es muy sencilla pues en esos años se había producido una bajada muy importante en el precio de la plata con lo que el valor facial, 5 pesetas, era muy superior al valor de la plata utilizada. El valor de la plata estaría alrededor de las 2 pesetas (entre 1880 y 1900 la plata bajó un 60 % de su valor)

La Ley de Gresham se cumplió a la perfección con los duros sevillanos. La Ley de Gresham dice que la moneda mala expulsa a la buena.
¿Qué es lo que ocurría en este caso? Veamos: Supongamos que tenemos en nuestro poder dos duros, uno legítimo y otro falso. Si vamos a hacer una compra intentaremos deshacernos del falso, quedando en nuestro bolsillo, bien guardado, el legítimo. Por ese sencillo mecanismo podemos ver que los duros sevillanos estaban siempre y todos en circulación, mientras que los legítimos se encontraban a buen recaudo.
La situación llegó al punto de que los jornaleros exigían cobrar en billetes, en tren se cobraba en billetes, y en las tiendas no aceptaban duros.

El problema alcanzó tal magnitud que el Estado se vio obligado a cambiar los duros falsos por duros legales en virtud de la Real Orden de 6.04.1908. Al final se terminó por suspender la acuñación de duros en los primeros años del siglo XX siendo sustituidos por billetes.

Juan Manuel López Márquez

domingo, 26 de junio de 2016

ESPECIAL GALA GÉNESIS 2016 (Bienvenida, Pregón, Vídeo Curso 2015-16 y Fotos Gala Génesis 2016)

 PROGRAMA GALA GÉNESIS 2016

 -   PRESENTACIÓN

-   PALABRAS DE LA PRESIDENTA

-   PREGÓN

-   RESUMEN CURSO (VÍDEO)

-   ESPECTÁCULO 



PALABRAS DE LA PRESIDENTA
          

Buenas noches queridos socios.

En primer lugar, en nombre de la Junta Directiva quiero agradecer vuestra presencia en esta noche de San Juan, muchas felicidades a los Juanes que nos acompañan, y tener presentes a los que no han podido asistir a esta Gala por una causa u otra. Desde aquí mando un abrazo muy especial a Pepe y Encarnita y  a nuestra Chelo.

Como Presidenta, recién reelegida, de esta Asociación es una satisfacción cerrar este curso, el cual hemos intentado llenarlo de contenido cultural y de convivencia, hemos tenido un intenso programa, con actividades que incluso no hemos podido llevar a cabo por falta de fechas en nuestra tan apretada agenda, pero siempre con el objetivo que es ESTRECHAR LAZOS entre todos nosotros.

Hemos compartido comidas, experiencias, emociones, sonrisas y algunas lágrimas, un año lleno de vivencias que más tarde os mostraremos en imágenes.

Deseo que pasemos una agradable velada y disfrutemos de esta noche.

Cuento con todos vosotros para que el próximo curso nos continuéis ayudando con vuestra participación a la hora de realizar las actividad programadas y no olvidéis que nuestro blog sigue abierto en estos meses y que la inspiración llama a vuestra puerta para que la compartías con todos nosotros; así podéis mandarnos artículos, fotos de las vacaciones recetas fresquitas juegos para los niños, en fin lo que se os ocurra para estar unidos en estos días de vacaciones en que coincidimos menos pero nos gusta saber unos de otros.

Muchas gracias a todos por seguir Estrechando Lazos.


Milagrosa Martínez Ramírez



PROCLAMACIÓN DE LA GALA GÉNESIS 2016

I
Córdoba, 1988, 21 de octubre. Llovía.

Unos amigos, vecinos de la localidad, mayores de edad, se congregaron a sabiendas, en reunión pacífica y sin armas, con unos fines premeditadamente lícitos: 

Crear una Asociación para el estudio y difusión de los aspectos históricos, artísticos y geográficos de España, y para el estudio del patrimonio y la cultura autóctona de cada una de sus regiones, de las cuales, como canta la jota, Aragón es la más famosa. Pero no nos distraigamos de nuestra historia.

Los amigos en cuestión procedieron, en el mismo acto, ya con nocturnidad, a elegir la primera Junta Directiva de la Asociación:

-       José Luis Arjona, Presidente
-       Rafael Calleja, Vicepresidente
-       Tomás de Haro, Tesorero
-       Antonio Peinado, Vocal de Relaciones Públicas
-       Pedro Luis González, Vocal de Cultura
-       María José Jiménez, Vocal de Acción Social
-       Ángel León, Vocal de Asuntos Recreativos

Así, por lo menos, consta en el Acta Fundacional de “Génesis”. 

Veintisiete años y ocho meses después, los padres fundadores están hoy aquí, mezclados  –como si tal cosa–  con los socios y directivos del ayer, del hoy, y, como es de esperar, del mañana.

Pero, que nadie piense que están “cazando moscas”, al contrario, como le gusta decir a la directiva actual, están “estrechando lazos”. Eso sí, lazos de hermandad y de simpatía. En definitiva, lazos de amistad.

II

Por eso, la elección del lugar para celebrar nuestro más característico y representativo evento anual, el Real Círculo de la Amistad, no ha podido ser más acertada. Pues, nos acoge una de las instituciones culturales más importantes de la Córdoba decimonónica, que ha sabido llegar al siglo que vivimos peligrosamente juntos, en perfecto estado de salud.

El Círculo, como coloquialmente le llamamos los cordobeses, alberga un rico patrimonio histórico y artístico, habiendo girado siempre su eje de actividad en torno a la cultura.

Quizás por ello –nunca es tarde si la dicha es buena- la Consejería de Cultura, el pasado 31 de mayo, incoó el pertinente expediente para su inscripción en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural (BIC), con la tipología de monumento.

Con humildad, aunque sin complejos, como Asociación Cultural que en 2018 cumplirá los treinta años de existencia, desde Génesis aplaudimos hoy el merecido reconocimiento.

III

Desde su creación, la Asociación Sociocultural Génesis ha desarrollado –como todos venimos disfrutando– una fértil actividad cultural y recreativa, al tiempo que ha ido cimentando la hermandad entre los asociados, protagonistas activos y pasivos, de forma que, estrechando, estrechando lazos, celebraremos, Dios mediante, como la entidad y sus gentes merecen, el ya cercano 30 Aniversario. 

Durante estos años se han sucedido visitas y paseos culturales, disertaciones y charlas, talleres y cursos, viajes y excursiones, música, poesía y teatro. Eventos todos que avivan el alma y los sentidos y en torno a los cuales se ha ido conformando el grupo humano que hoy conocemos. Patrimonio inmaterial –como ahora se dice– que, sin duda, merece la pena cuidar y conservar. Por supuesto sin olvidar el buen beber y el mejor yantar, o viceversa, que tanto nos gusta y caracteriza.

Pero un pregón es también sentimiento. Esta noche, quisiera especialmente rememorar, con agrado, los buenos momentos en la primera directiva de la que forme parte. Presidía Ángel Luis y la conformaban  Tomás de Haro (Vicepresidente), Paco Linares (Secretario), Juanma (Tesorero), y los vocales Antonio Pérez, Queca, Chelo y el que os habla.

Esta fue la Directiva que en el año 2006 modificó los Estatutos de 1988 para adaptarlos a la normativa vigente. Un trabajo del que todos, Directiva y Asamblea de la época, nos sentimos orgullosos.

En 2012, tuve, asimismo, el honor de ser elegido Presidente por la Asamblea General, responsabilidad que pude desempeñar gracias a mi Junta Directiva: Dionisio (Vicepresidente), Mercedes Contreras (Secretaria), Pepe Ortega (Tesorero) y los vocales Fátima Gómez- Luengo, Rosa, Mariluz, María José, Miguel Arias y Rosa Fernanda, y Queca, que está en todas partes. Un abrazo para todos.

Y hoy, por fin, he llegado a pregonero improvisado de la Gala anual de la Asociación. ¿Y cómo ha sido eso?

Os responderé con una anécdota.

En cierta ocasión le preguntaron al torero Juan Belmonte en un festejo benéfico que, en calidad de Gobernador Civil, presidía un antiguo banderillero suyo:

-         ¿Maestro, es verdad que este señor gobernador ha sido banderillero suyo? ¿Cómo se puede llegar de banderillero de Belmonte a gobernador?

A lo que el maestro de Triana respondió:

-         Pues como va a ser, degenerando.

IV

No se alarme el respetable que ya remato la faena, espero que sin pitos y sin aviso, pero no quisiera terminar sin hacer una evocación –y me pongo ahora un poco más serio, si cabe– al espíritu de Córdoba a través de sus distintas épocas.

Y es que “El “Poema de Córdoba”, de Romero de Torres, se me vino presto a la mente cuando amablemente me empujaron a proclamar esta Gala. Así:

-       La Córdoba Guerrera, representada por Gonzalo Fernández de Córdoba y Enríquez de Aguilar, el Gran Capitán
-       La Córdoba Barroca, de D. Luis de Góngora.
-       La Córdoba judía, de Maimónides.
-       La Córdoba cristiana de San Rafael, el ángel custodio de la ciudad.
-       La Córdoba romana, de Séneca.
-       La Córdoba religiosa, de San Pelagio.
-       La Córdoba torera, representada por Lagartijo, primer gran Califa del toreo.

Constituyen la expresión de siete épocas espirituales e históricas en el ambiente cordobés.

Que bella alegoría de la ciudad de Córdoba, realizó el pintor a través de sus personajes históricos más ilustres.

Evocando el pasado quiso dejarnos su visión de cómo influye éste en la psicología de las gentes cordobesas.

Por eso, desde el salón que lleva su nombre, y con el permiso de la autoridad competente, Chiqui, doy por inaugurada esta Gala de Génesis 2016.

¡Que empiece la fiesta! ¡Que corra el vino! ¡Abramos nuestros corazones de par en par a la amistad y a la alegría!

Sintámonos guerreros, poetas, filósofos y toreros y encomendémonos a San Rafael para disfrutar, sabiamente, esta noche y el que se pase, tiempo tendrá de arrepentirse mañana.

Córdoba, 24 de junio de 2016.

Francisco de Paula Oteros Fernández



VÍDEO CURSO 2015-16
 PINCHA SOBRE LA IMAGEN
PINCHA SOBRE LA IMAGEN Y ACCEDE A VER EL VÍDEO

jueves, 23 de junio de 2016

ALEGRÍAS DE CÁDIZ

Fueron a coger coquinas
los Voluntarios de Cádiz
fueron a coger coquinas
y a la primera descarga
olvidaron las carabinas...

No podía ser de otro modo. En Cádiz, todo rebujado. Como siempre. La letra de las Alegrías que acababa de escuchar no hacía sino confirmárselo.
La Ciudad de Cádiz, fiel a los principios que ha jurado, no reconoce otro Rey que al Señor Don Fernando VII”. Recordaba esa frase desde muy niña, cuando la leía cada vez que visitaba el museo con su padre. Habría que ver a aquella gente, plantando cara al francés hace dos siglos ya.
Se abrochó la trenca antes de salir del tablao y enfilar la Plaza Mayor. El invierno seguía en todo lo alto. Seguro que por ahí abajo, ya no hacía tanto frío. Incluso habría gente mariscando. “Madrid es lo que tiene”, se dijo.
A esa hora no había forma de encontrar un taxi. “Joder, qué hambre”.
Para engañarla, se encendió un cigarrillo. “El último hasta mañana, lo juro”. No le quedó más remedio que empezar a andar, para no quedarse congelada en la parada.
Hacía más de un año que no compartía piso con nadie y, al abrir la puerta, lo agradeció una vez más. Las cosas, como a ella le gustaban. Se dirigió derecha a la cocina, conteniéndose para no asaltar la nevera anárquicamente. Tampoco había mucho con lo que guerrear. Huevos, algo de verdura, un cartón de leche y pan de molde. Buscó ansiosa en la alacena. “¿Quedarán patatas?” No había ni una.
“Habrá que hacérsela a la francesa”. Los franchutes, una vez más. Las cocineras gaditanas, como tenían poco aceite, batían el huevo con la sal precisa y liaban la tortilla antes de ponerla en el plato. Sin patatas. El asedio durante la Guerra de la Independencia sustrajo a Cádiz de cosas básicas, como las patatas que alegraban la tortilla antes de que llegara Pepe Botella.
No estaba mala, tenía el punto de sal y el aceite justo. Se ayudaba con el pan de molde y ya parecía que el invierno no era tan crudo. No le apetecía trabajar al día siguiente. Lo del tablao como algo eventual no estaba mal, otra cosa era pensar en aquello como algo definitivo. ¡Ni hablar!
Tras terminar de picotear, sintió la necesidad de encenderse otro cigarrillo. “Este sí que es el último hasta mañana, lo juro”. Lo hizo con parsimonia, recostada en la silla de la pequeña cocina. El humo, deshecho en volutas, fue ascendiendo lentamente en jirones al mismo ritmo que sus pensamientos...
 “Más que en Cuchilleros, deberías estar trabajando en la Biblioteca Nacional ¿Has olvidado a qué fuiste a Madrid? Para algo te has licenciado en Historia y has ganado esa beca, digo yo”. La monserga más repetida cada vez que la telefoneaba su padre “¿Qué hay de esa Tesis a medias? Deberías retomarla”.
Esas mismas volutas que la habían sumergido en aquella abstracción son las que la sacaron de su ensimismamiento. Aplastó el pitillo contra el cenicero con morosidad, mecánicamente. Faltaba poco para que comenzara a clarear, aunque aun no se oía el ajetreo de los estorninos. Se desvistió deprisa, sintiendo frío. Cuando apagó la luz, justo antes de dormirse, los escuchó cantar al fin.
Durmió de un tirón, con ansia. Era de esas veces en las que uno no recuerda qué ha soñado, aunque está seguro de haber sufrido algún tipo de desarreglo onírico. Descorrió la cortina y miró por la ventana. Esto de empezar el día cuando la gente ya sale de las oficinas para comer, me mata. Aunque no me queda otra. El sueldo no es malo, ni bueno tampoco, aunque es lo único digno que he encontrado. De algo me ha servido el emperre de mi madre con eso de que bailara desde pequeñita. Qué flamenca ha sido siempre mamá para todo...
Como cada tarde, a las ocho más o menos, comenzaba a llegar al tablao el personal. Había que ir preparándolo todo antes de que arribaran los primeros clientes. Las bailaoras compartían un camerino ridículo en el que calentaban los músculos antes de actuar, se maquillaban, planchaban ellas mismas las batas o los trajes que iban a usar y charlaban hasta que les tocaba salir.
Aun faltaba una hora larga para su número cuando Joaquín Heredia, el dueño del tablao, pidió permiso y entró en el camerino. Como siempre, se le veía contento.
“Niñas, esta noche hay algo importante que celebrar –comenzó-. Nos vamos de tournee. Manolito Núñez ha conseguido cerrar, por fin, la gira por Francia. Hoteles de tres estrellas y buenas dietas, aparte del sueldo.”
Lógicamente, la noticia fue bien recibida por las artistas. Algunas ya empezaron a deleitarse pensando en el viaje, los hoteles y el dinero extra. No era para menos: salir de la rutina del tablao, cambiar de aires, sorprender a un público receptivo.
Magdalena nunca había bailado fuera de Cuchilleros. De hecho, llevaba muy poco haciéndolo para poder seguir tirando en Madrid. Justo desde que renunció a la beca. Ciertamente, le seducía la idea.
Fue entonces cuando Heredia sacó su pitillera y el encendedor y le ofreció un cigarrillo. “El último de hoy, lo juro”. La pitillera llevaba las iniciales del hombre grabadas en la tapa. El mechero era de oro, propio de la gente de rumbo. Cuando se lo acercó para dar lumbre al pitillo, Magdalena pudo leer la marca: Dupont.
El nombre le llamó la atención. Hacía mucho tiempo que no la recordaba pero, en ese momento, le vino a la mente la anécdota que su padre contaba de vez en cuando en casa. Era una historia bien conocida y aireada en las reuniones familiares desde siempre. Resulta que el tatarabuelo de su abuelo había sido el famoso General Morla, quien rigió el destino militar de la ciudad de Cádiz durante la Guerra de la Independencia. Su padre no se cansaba de recordar que  Morla, su antepasado, recibió al vencido general Dupont, que bajaba prisionero con su ejército hacia la bahía gaditana. Y proseguía recordando que, con sus mariscales, sería recluido en el castillo de San Sebastián, en donde se le servía de comer lo que en casa de Morla se cocinaba.
“Por una buena temporada, Dupont tuvo que cambiar los pichones en fricasé, los pavitos cebados a la rabigote o las roelas de ternera en fricandó por potaje de bacalao con garbanzos y espinacas, cocido, mondongo o manteca de cerdo”. Y siempre terminaba con la misma frase, lleno de orgullo: “No puede haber más grandeza de espíritu en un general vencedor”.
“¡Magda espabila que, después de estas bulerías, actúas tú!”
Le fue difícil salir de su mundo. Tenía que bailar.
Se sentía bien esa noche. Era uno de aquellos días en los que su baile tenía pellizco. Los focos le molestaban un poco, quizá porque estaba habituada a los del tablao de Madrid y los de este local de Burdeos estaban dispuestos de una forma algo extraña. La gira había comenzado hacía cinco días y esta era su tercera actuación.
Al acabar, la obligaron a saludar un par de veces. “Parece que les han gustado las Alegrías, me estoy ganando el sueldo”.
Fue en ese segundo saludo, con las luces del local encendidas, cuando lo vio sentado en una mesa de la segunda fila.  Estaba solo, no compartía el velador con nadie…
Aquella noche, Magda no durmió en el hotel de la rue Clemenceau en el centro de Burdeos. Amaneció en una casa de dos plantas, en pleno campo.
Arnaud y ella se entendían, desde la noche anterior, en un francés tosco pero más que suficiente si dos quieren conocerse. La luz, la disposición de la cama, los cuadros, el espejo sobre el buró eran nuevos para Magdalena. No los recuerdo de anoche ¡Dios mío, qué guapo es!
“Bonjour, ma chérie!”, se le escapó a Arnaud desde la ducha.
“Hola, buenos días ¿qué hora es?”
“La de ir a comprar al mercado. Hoy cocino yo”.
Magdalena se revolvió feliz bajo el edredón y se entretuvo en ver cómo el sol incidía sobre el parqué recién acuchillado. “Ciertamente, me muero de hambre. Siendo la hora que es, en este país la gente debe haber ya almorzado”.   
En lo que tardó en levantarse Magdalena de la cama, ducharse y volver al mundo real, a Arnaud le dio tiempo de volver del mercado cargado de bolsas.
Cuando lo vio, Magda enarcó las cejas mostrando sorpresa.
“¿dónde vas con todo eso?” preguntó.
“El salmogejo y los camagones se acabaron por hoy. Los vas a cambiar por una estupenda sopa bullabesa y, de segundo, quiche lorraine. Typical French!”
Magda lo dejó hacer, a su aire. Se notaba que a Arnaud le gustaba la cocina y manejaba los tiempos, como un torero de arte.
Para empezar, la bullabesa: sirvió el pescado en una fuente, el pan en otra y el caldo en una sopera. Mientras, la quiche se estaba terminando de hacer en el horno.
”Hay que servirla muy caliente, así que vete apurando la sopa”.
Magda disfrutó de cada instante de la comida. Sintió cómo los sabores, las texturas, la reconciliaban de nuevo con el mundo. “Para alcanzar el nirvana, ahora sólo me hace falta un pitillo. Esta semana dejo el tabaco, lo juro”. Hizo una mueca de disgusto. Demasiadas veces se había hecho ya ese propósito.
La sacó de su abstracción un pequeño grabado que vio colgado en una pared del espacioso comedor. Lo que le llamó la atención es que era obra de su cocinero por aquel día, como atestiguaba la firma, “Arnaud D.”, y sintió curiosidad por la “D” solitaria.
“Arnaud, ¿qué esconde esa inicial?”, preguntó con aire misterioso.
“Esa “D” corresponde a la primera inicial de mi apellido, Dupont”. Arnaud permaneció un momento callado, rumiando algo en su fuero interno.
“¿me dijiste que eras de Cádiz, no? Pues verás lo que acabo de recordar. Un antepasado de nuestra familia, el general Dupont, estuvo preso allí después de ser derrotado por vuestro ejército, cuando la invasión del gran Napoleón. Y mi padre siempre nos contaba que estuvo recluido en una fortaleza militar, desde la que veía el mar, mientras se entretenía traduciendo a Horacio”.
Magda lo miraba con los ojos como platos, sin fuerzas para interrumpirlo.
“¿Sabes lo que más me gustaba de esa historia cuando la oía de niño?”, prosiguió Arnaud. “Tengo grabado en la memoria que cierto general que mandaba en Cádiz se ocupó personalmente de que mi  tatarabuelo comiera cada día lo que en su casa se cocinaba y hacía enviar a la prisión con toda la solemnidad posible”.
A Magdalena Morla todo empezó a darle vueltas. El círculo se había cerrado…
        
           Enrique García Luque