Si se afirma que la división del mes en semanas de siete días tiene origen judío, lo cierto es que solamente se atisba un influjo judío en el nombre del sábado, que se relaciona fácilmente con el shabbât, el día de descanso. También se habla de año sabático, dicen que existe, yo no lo he visto.
La misma palabra semana tiene el
numeral siete en su nombre. En efecto, procede de “Septimana”. Y en el Génesis
leemos los seis días dedicados a la creación, y “al séptimo descansó”.
Entonces, ¿por qué los nombres de los
días tienen relación con astros y divinidades paganas, no solamente romanas,
sino también germánicas?
La respuesta es sencilla, la semana de
siete días tiene origen babilonio, caldeo, ya que los romanos llamaban así a
los astrólogos y matemáticos de Babilonia. La cosmovisión de esta cultura
estaba asentada en la observación de un hecho: la Tierra debe estar en el
centro de un mundo en torno al cual giran todos los astros nocturnos y diurnos.
A partir de esta concepción y tras muchísimos años de observación y estudio de
los cielos se llegó a acumular una información que nunca se perdió y se
transmitió a los nuevos pueblos que fueron apareciendo en ese territorio.
Esa observación del cielo era sencilla
también de realizar, en principio, desde cualquier lugar al descubierto, pero
lo cierto es que los sucesivos habitantes de Mesopotamia levantaron zigurats,
torres de forma piramidal, para facilitar la observación, lugares que eran
observatorios y templos al mismo tiempo. El famoso zigurat del que se dice que
es la torre de Babel bíblica estaba situado en el centro de la nueva ciudad de
Babilonia y fue construido en honor al “gran señor Marduk”.
En esta concepción de la que venimos hablando había dos luminarias principales que regían la vida de los hombres: el sol y la luna. Pero, además, había cinco planetas que también se podían observar a simple vista. En total, siete nombres para siete días y nosotros los conocemos principalmente con el nombre romano.
Latín |
Lunae dies |
Martis dies |
Mercurii dies |
Iovis dies |
Veneris dies |
Saturni dies |
Solis dies |
Castellano |
Lunes |
Martes |
Miércoles |
Jueves |
Viernes |
Sábado |
Domingo |
Francés |
Lundi |
Mardi |
Mercredi |
Jeudi |
Vendredi |
Samedi |
Dimanche |
Inglés |
Monday |
Tuesday |
Wednesday |
Thursday |
Friday |
Saturday |
Sunday |
Alemán |
Montag |
Dienstag |
Mittwoch |
Donnerstag |
Freitag |
Samstag |
Sonntag |
O la relación de Thor, el dios del
trueno (donner en alemán), con Júpiter (en realidad Padre Jove “Iou-pater”),
dios romano de los fenómenos atmosféricos, cuyo nombre está relacionado
etimológicamente con la misma palabra “día”, por lo que Júpiter significa
literalmente más o menos “padre de la luz”, al igual que el Zeus griego.
En el sábado vemos más alternativas,
bien la derivación del shabbât, que tiene el castellano, el inglés nos señala a
Saturno, como el latín. Francés Samedi y alemán Samstag parecen relacionados. Algunos derivan Samstag
de Sambaztag, que también procedería de Shabbât o sabbath. Tag en alemán es
día.
No obstante todo lo anteriormente dicho,
existe otra forma de nombrar los días. La Iglesia católica utiliza Dominica,
feria secunda, feria tertia, etc., claramente con la intención de evitar la
influencia pagana, pero con éxito reducido: tal forma de denominación la vemos
en gallego-portugués.
Sin embargo, también se utiliza en
griego, excepto para el viernes (“parascevi”, el día de la preparación de la
fiesta) y el domingo (“kyriakí”, de kyrios “el Señor”).
En castellano solo aparece en dominicus
(o dominica) dies: el día del Señor, en referencia al día de la
Resurrección, el día de los cristianos, como ya decía San Jerónimo. Si Cristo
es la Luz del mundo, el Sol y su luz son un símbolo de Cristo y el día del Sol (Solis
dies, Sunday) es el día de Cristo, el Señor, Lumen gentium.
De todo esto surgen discrepancias
también sobre el día en que comienza la semana, si el domingo o el lunes.
Tenemos calendarios en los que el primer día es el domingo, otra influencia
anglosajona, pienso, `pero en castellano claramente el primer día es el lunes.
No en vano decimos que “estás en medio, como el jueves”.
Por último, queda explicar de dónde
procede el orden en que cada día recibió su nombre. He comentado ya que la
referencia es la observación directa del Sol, la Luna y los cinco planetas, en
su distancia con la Tierra a simple vista.
A estos siete astros se les consideró
intérpretes de la voluntad divina, anunciaban con su movimiento y posición lo
que ocurría en el cielo y lo que debía cumplirse también en la tierra. Para los babilonios, cada hora
del día pertenecía a uno de los siete astros, llamado “el regente”. Se atribuyó
la primera hora del primer día al más alejado, Saturno, y las otras,
gradualmente, a los menos lejanos, en este orden: Júpiter, Marte, Sol, Venus y
Mercurio, para terminar con la Luna, el más cercano. Una vez llegados a la hora
octava, se empezaba de nuevo y así hasta la vigésimocuarta, perteneciente a
Marte.
Cada día, por tanto, tomaba el nombre
del planeta al que pertenecía su primera hora. El segundo día empezaba con la
hora del sol y terminaba con la de Mercurio y así sucesivamente según este
cuadro.
En esta configuración, el primer día es el de Saturno, pero simplemente porque es el planeta más alejado. Esta semana de origen babilonio fue adoptada por el Imperio romano, sustituyendo los nombres caldeos por los romanos, en algunas provincias del Imperio se sustituyeron por las equivalentes de la religión del lugar, como hemos visto.
Y ya para terminar, este
procedimiento, explica Hugo Winckler, puede ser representado mediante una
circunferencia dividida en siete partes, colocando un planeta en cada punto de
intersección, en sentido contrario a las agujas del reloj. Si se unen los
puntos según la sucesión de los días de la semana, resultará una estrella de
siete puntas, cuyas líneas de unión tienen cada una dos de los puntos de
intersección del círculo. Se trata de un Heptagrama, símbolo del todo (círculo
y estrella), como se ve en la imagen.
Para otro día quedará hablar del nombre de los meses.